Leí Los nombres propios. Llegué tardísimo y llegué gracias a mi hermana, pero llegué. Me ha gustado muchísimo. Qué de mapas emocionales. Somos lo que somos por lo que hemos sido, por un número de eventos que nos construyen, aunque en ese momento no nos demos cuenta. A lo largo de la vida, todo se renombra, cambia, pero a la vez las mismas obsesiones permanecen: en el amor, la amistad, la familia, el quién-soy-yo. Me quedo con frases como estas: «La vida es larga. Hay que vivirla, al menos, como si fuera larga». O «Te quiere dejándote ser. No es que no espere nada de ti –¿eso quizás sería triste?– es que no espera nada concreto».
Estoy viendo La diplomática y me está encantando. Politiqueo del bueno. Los diálogos, la lucidez, el idealismo. Que no viene mal en estos tiempos aciagos. Ella es increíble.
Otro politiqueo del bueno: Cónclave (en cines). No sé si se merece el Oscar a mejor película, pero desde luego sí el de fotografía. Ni siquiera está nominada, pero se lo merece. Qué belleza. Fui a verla con la ceja levantada porque qué más cosas se pueden contar en cuántas películas más sobre un cónclave papal. Pero sí se podía.
Esta frase del poeta Robert Graves que leí en The Marginalian: «If you live long enough and wide enough, you come to see that love is simply the breadth of the aperture through which you let in the reality of another and the quality of attention you pay to what you see. It is, in this sense, not a phenomenon that happens unto you but a creative act».
Volví a Las tortillas de Gabino. Otra vez, salí encantada. Es que qué gusto. Un sitio donde la comida está rica, donde te tratan y te atienden bien, y no te cobran un 30% más por ello. Sientes que has pagado lo que tenías que pagar. No te intentan echar cada 10 minutos para que entre la siguiente mesa. No te dicen oye solo podrás disfrutar una hora y 47 minutos del privilegio de estar aquí. Hasta te recogen las migas antes del postre. ¡Sin estrellas Michelin ni nada! Creo que se percibe mi indignación con la escena de restaurantes en Madrid. Esta es una excepción y por eso me gusta. Pienso ir siempre que pueda.
Mirad qué textura de torrija y de ensaladilla. De la tortilla no hay fotos porque voló, como toda buena tortilla. Otra cosa a la que llegué tardísimo, #SeAcabó, el documental sobre todoaquello que pasó con la selección femenina de fútbol. Lo cuento por aquí porque sospecho que muchas de vosotras, querida gente suscrita a esto, también llegaréis tarde y es muy pertinente ahora. Sobre todo te interesa saber por qué el piquito solo fue la punta del iceberg. Como casi siempre cuando echas un vistazo más allá del titular.
Me gusta mucho la cuenta de Instagram de la fotógrafa Leah Frances, @americansquares. La América profunda no tiene más encanto que el estético así que al menos vamos a concedérselo.
Escuché un podcast que me interesó muchísimo sobre la historia de El Corte Inglés en Ciberlocutorio. Ese lugar que es historia de España y de valores dudosos y de pasado algo turbio, pero que a la vez es parte de nuestro mapa emocional y uno de los pilares de todas las relaciones madre-hija del país.
Desde hace unos días huelo diferente. Huelo a Un Air de Bretagne de L’Artisan Parfumeur. Según la chica que me ayudó a escogerlo, huele como las olas batiendo en el paseo marítimo de Coruña. No sabía cuando lo dijo que compartimos casa, pero, por supuesto, dio en el clavo. Alga, neroli y ámbar gris. Limpio y frío, como un día de invierno con sol en una costa norteña. Es decir, una rareza.
También vi Maria (en cines), la última en la serie de Larraín sobre divas desquiciadas. Después de Jackie Kennedy y Lady Di, llega Maria Callas. Una maravilla. Aunque solo sea por ver a Angelina Jolie existir durante dos horas. Me parecieron interesantes también los recursos narrativos que usa.
En general, he vuelto al cine y a darme cuenta de lo que cambia el ver una película cuando, aunque sea por educación, te obligan a estar concentrada, sin otros estímulos, sin poder mirar el móvil o ir a la nevera a por algo de picar. Parece obvio, pero llevaba un tiempo sin ir y lo he notado mucho.
Otra de mis obsesiones recientes: La Bien Querida. Tengo sus discos en bucle porque dice cosas como esta: «Ahora tengo miedo de echarte de menos, de sentir cómo lo que siento poco a poco va creciendo».
Compartir espacio –compartiendo o no actividad–, compartir silencio, dar importancia a lo que la otra persona se la da. Construir un universo de importancias mutuas.
Fantástica siempre Tete !!!